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Foto del escritorNacho González Nappa

Iron Marines Invasion


Cuando termino un proyecto en mi computadora, tengo un ritual: pasar la carpeta desde la laptop al hard drive. Así se cierra el ciclo, y una sensación extremadamente liberadora emerge.


Eso hice hoy con la música del Iron Marines Invasion, que acaba de publicarse. Fueron muchos años de trabajo, con un equipo de primer nivel mundial. Mientras se copiaban de un lado a otro los 183 gb de música, pensaba en la complejidad que implica coordinar los procesos creativos para hacer un video juego, desde su concepción hasta que los fans lo juegan. Son múltiples equipos, personas, disciplinas, problemas a resolver, fechas de entrega y un sin fin de complejidades que tienen que alinearse para que el producto salga al mercado.


Al rededor de los juegos se construyen comunidades, y la música ocupa un lugar fundamental. En este caso tuve la oportunidad de experimentar con sonidos orquestales, percusiones, sintetizadores y, por supuesto, guitarras y charangos.


Algo fascinante del proceso creativo es la fragilidad y, a su vez, fortaleza de las ideas. Lo más fácil del mundo es descartar ideas emergentes. Eso lo hace cualquiera. Las imperfecciones e inconsistencias son evidentes. Sin embargo, si damos tiempo a que esa semilla germine, podemos encontrarnos con frutos maravillosos. En el proceso creativo es común perder rastro de las migas que dejamos en el camino. A menudo me pasa que no sé cómo llegué a determinados lugares. También es común experimentar una sensación de extrañeza: "yo no hice esto", o "yo no podría volver a hacer algo así". Sin embargo, al poco tiempo ya estamos embarcados en una nueva aventura que germina y se convierte en contundente e inevitable, como si siempre hubiera estado allí. Esa es la magia de la música y de cualquier proceso creativo.


Espero que disfruten del juego tanto como yo disfruté haciendo la música.

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